Históricamente, el cuidado del anciano ha sido asumido por la familia y continúa siéndolo en la actualidad. Según los resultados del estudio de ámbito nacional, la situación argentina es coincidente con lo expresado por Leseman y Martin, a saber, "el 70 al 80 % del soporte al anciano, según el país, es proporcionado por la familia en el ámbito del domicilio".
Refiriéndonos en términos de Leininger, la diferencia consiste en que antes el cuidado era casi exclusivamente genérico, entendiéndose como tal los conocimientos y habilidades culturales aprendidas y transmitidas de forma tradicional e informal de generación en generación mientras que en la actualidad se combina el cuidado genérico y el profesional, definido por Leininger como un aprendizaje formal y cognitivo que se refiere a los conocimientos y habilidades aprendidas en centros educativos.
Factores sociales como la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, el envejecimiento de la población, la transición de la familia troncal a la familia nuclear, entre otros, han hecho necesario el desarrollo del cuidado profesional al anciano. Según Garant y Bolduc compartir responsabilidades y tareas entre la red formal y la red informal en la asistencia al anciano incapacitado es una necesidad en las sociedades modernas, y lo es por una razón de eficacia para los dos sistemas.
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